Ha muerto Pere Pinyol, y aunque en el ámbito estrictamente laboral no fue exactamente lo que nos hubiera gustado, levantó el Teatro Circo Price y lo llenó de buenos contenidos...
Llevo días pasando por la puerta del Price y las ventanas están vacías, la fachada ha abandonado su arrogancia de colores, su ímpetu y sus ganas de seducir al espectador potencial...
La vela se agota en silencio y su luz se quiebra en un soplo de dejadez y desidia. Y aunque el espectáculo debe continuar, ya nada volverá a ser lo mismo.
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