Sentada frente a mi ordenador en la oficina de Señores de
Luzón, no puedo evitar pensar en mis privilegios.
¡Qué afortunada soy de poder trabajar en una profesión que
adoro y en una empresa pública! En una empresa que garantiza los derechos de
los trabajadores, que valora la profesionalidad y la capacidad de todas las
personas que trabajamos para ella y que recompensa y promociona a la gente por
su formación, trabajo diario y esfuerzo.
Soy muy afortunada por tener un puesto de trabajo que encaja
perfectamente a mi perfil, un puesto cuyas responsabilidades se adecúan a la
categoría que tengo.
¡Ay, perdón! Que no es así…
Como yo, muchas de las personas que trabajamos en oficina
decidimos dedicarnos a una profesión que nos costó años de formación (en mi
caso, una diplomatura, una licenciatura y un máster). Formación a la que
tuvimos que dedicar, además, mucho tiempo y esfuerzo para adquirir un mínimo de
dos años de experiencia. Tenemos una preparación más que demostrada, con muchos
años de experiencia y dedicación en esta empresa y, sin embargo, nuestras
categorías son muy inferiores a nuestra formación y capacitación y, en muchos
casos, requieren altas cargas de trabajo y responsabilidades que nada tienen
que ver con lo que deberíamos desempeñar según dichas categorías (en mi caso,
administrativo).
Como si esto fuera poco, sufrimos, además, las consecuencias
de una fusión mal gestionada. Una fusión en la que se ha integrado a distintas
personas en un mismo departamento porque las funciones que realizan son,
aparentemente, las mismas, pero que, en realidad, tienen categorías diferentes
y salarios muy dispares. Una fusión que ha logrado que muchos de los directivos
de esta empresa no asuman responsabilidades ni tomen decisiones porque las
distintas direcciones que han gestionado esta empresa a lo largo de los últimos
tres años tampoco han marcado unas líneas de acción a seguir. Decisiones y
responsabilidades que bajan hacia las personas que estamos en el último escalón
y que lo único que queremos es seguir haciendo que nuestro trabajo tenga unos
mínimos de calidad.
No podemos seguir asumiendo estas injusticias en nuestro
propio puesto de trabajo. No podemos seguir asumiendo todas las injusticias que
conlleva la falta de dirección y directrices claras.
Porque solamente pedimos que se nos reconozca todo lo que
llevamos haciendo por esta empresa desde el primer momento que entramos en
ella.
Estíbaliz Robles
Documentalista - Administrativo