"Quienquiera que condene el teatro es un enemigo de su país." Voltaire
Así escribía Voltaire años antes de que nosotros naciéramos, parafraseándole podríamos decir hoy en día que quien quiera cerrar un teatro es un enemigo para su país.
La cultura en Madrid está tan de capa caída que podríamos ir andando desde Hortaleza hasta Aluche pisando la capa de la cultura, sin mancharse los zapatos…
Ahora, una vez más, le toca el turno al Teatro Fernán Gómez. Alguien se ha levantado con el pie izquierdo y no teniendo más que hacer ha decidido finiquitar el Teatro Fernán Gómez, ¿Por qué? La razón esgrimida es que parece ser que el público que asiste y los espectáculos que allí se representan no son todo lo modernos que nuestros nuevos pensadores culturales quieren.
Suponemos que la gente que ha estado yendo al Fernán Gómez no merecen ningún teatro que atienda sus gustos. Y es que vivimos una época en la que o te adaptas a los gustos de los programadores culturales o estás perdido, porque no van a ser ellos los que se adapten al público.
Quieren cerrar, privatizar o lo que en última instancia decidan, el Teatro Fernán Gómez.
Lo peor es que todavia no tienen decidido que quieren hacer. Suele pasar cuando te dedicas a jugar a hacer cultura, que llega un momento en que te cansas del juego y ya no sabes qué hacer.
Cerrar un teatro o privatizarlo es la solución más fácil, (aparte de negocio para algunos), lo que realmente engrandece a un buen gestor cultural es hacerlo funcionar. Todos los trabajadores que a lo largo de los años hemos trabajado en el Teatro Fernán Gómez creemos que el "Centro Cultural de la Villa " puede y debe volver a funcionar como lo ha venido demostrando a lo largo de sus más de treinta y cinco años de historia. Gestionar no solamente es dirigir y administrar, en este caso, un teatro público, es además hacerlo bien y parece que eso, aquí, no se dá desde hace bastante tiempo.
Hay tanto aprendiz de brujo ocupando puestos para lo que son un auténtico desperdicio...
Decir que no saben qué hacer con él es una muestra más de la ineptitud que nos obliga a pedir a la Sra. Ana Botella que se desprenda de los desperdicios, haciendo así un gran favor a los trabajadores, a ella misma y a todos los ciudadanos de Madrid.