Llevo una semana dándole vueltas al tema… Se acerca
el día de la mujer trabajadora… bueno… de la mujer, porque todas trabajan, unas
a cambio de un sueldo y otras no (es la coletilla, me sale de forma automática).
Y, la verdad, no se me ocurre por dónde puedo enfocar
mi texto.
Eres delegada de Igualdad, me repito, tú mejor que
nadie para escribir algo, ¿no?
Y me pongo a analizar mi situación laboral, a ver de
dónde puedo sacar la inspiración.
Veamos… soy mujer, eso ya podría ser algo. Y trabajo
a cambio de un sueldo, luego ya tengo dos puntos.
¿Me ha costado llegar a donde estoy ahora? Joder que
sí…
Recuerdo la primera vez que leí en un contrato “según
Convenio”. Ahora sé que lo pone en todos, pero por aquel entonces no lo sabía.
Era la primera vez que trabajaba de eventual para un organismo público. Yo
tendría por aquel entonces unos veintiocho años. Y me dio por ojear eso que
llamaban Convenio y que hasta ahora me sonaba como la piedra filosofal…
Y, mira por dónde, ese día descubrí que mi sueldo
venía estipulado por una ley y que, por primera vez, no tenía que discutir con
el productor de turno sobre cuánto valía mi sudor y mi esfuerzo. Ya no tenía
que aceptar un contrato de “Auxiliar Administrativo” o “Artista” o ”Apoyo
Técnico” porque era la única forma de que un productor aceptase trabajar con
una mujer maquinista.
“No me sales rentable”, me dijeron una vez, “me sale
más a cuenta contratar a un chico de carga y descarga que a ti, pero me sales
más barata y te han recomendado… así que esto es lo que hay, ¿aceptas?”. Imbécil
de mí, aceptaba, le daba la razón. Tenía su lógica ¿no?
La frase “según Convenio” me abrió los ojos. “Fíjate”,
me explicaron una vez, “la cantidad de gente que ha luchado para que se escriba
en un papel que todos tenemos derecho a cobrar un sueldo en función del trabajo
que se realiza, no de si eres hombre o mujer”.
Por suerte, la vida me ha dado grandes profesionales
de los que aprender, oportunidades para demostrar que valgo tanto o más que
otros y compañeros que me enseñaron a valorar mi trabajo.
Hoy puedo celebrar que soy mujer, que trabajo, que se
me valora y que cobro lo mismo que mis compañeros hombres. Que comparto trabajo
con más mujeres trabajadoras, que se ganan su jornal como todos.
¿Soy una privilegiada? En absoluto. Soy una trabajadora.
Como las miles de mujeres que lo somos. Lucho porque haya miles más que puedan
ejercer su derecho a la igualdad y
vean recompensado el trabajo de forma justa.
Y lucho porque deje de haber un 8 de marzo en el
calendario en el que nos tengamos que recordar que las mujeres seguimos siendo
inferiores, que seguimos cobrando menos, que tenemos que esforzarnos más…
- Datos:
La brecha salarial (la diferencia relativa que existe
en la media de los ingresos brutos por hora) entre hombres y mujeres de 2014 en
Madrid, según un informe
de UGT Madrid, es de un 26%. Esto quiere decir que hay más hombres en
puestos más altos y, por tanto, cobran más; que los despidos a mujeres han
aumentado con respecto a años anteriores y que en sectores mayoritarios de
hombres (industria, por ejemplo) el sueldo medio “según Convenio” es mayor que
el sueldo medio en empresas mayoritarias de sexo femenino (sector sanitario, por
ejemplo).
Ahora me pregunto yo, ¿qué puedo hacer? De momento lo
que estoy haciendo, escribir, intentar que mi entorno sea sensible a este tema,
trabajar para que mi empresa tenga el nivel adecuado de igualdad y seguir
luchando para que más gente como yo consiga trabajar de forma digna.
Esther
Serrano: Mujer, Maquinista y Delegada de Igualdad.
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