domingo, 21 de febrero de 2016

Estos son mis privilegios (1)

Desde  mi cómodo butacón de cuero del patio de butacas del Centro Cultural de la Villa, no puedo evitar pensar en mis privilegios.
¡Qué afortunado soy de poder trabajar en una profesión que adoro! Una profesión que hace años, sentado en la arena de la playa mirando a la bahía de Cádiz, decidí que sería a lo que me gustaría dedicarme y con lo que poder ganar mi sustento.
Y soy afortunado, sí, porque tras años de hacer bolos por media España, tras cargar y descargar camiones, montar trusses, focos y escenografías en cualquier escenario que me pusieran por delante, conseguí que me hicieran un contrato indefinido en Madrid Arte y Cultura.
Soy muy afortunado por dedicarme al mundo del Teatro y por tener unas condiciones de trabajo que muchos quisieran.
Soy un privilegiado por poder tener unos horarios estables, por poder disfrutar de los días de fiesta como todos los compañeros de mi empresa, por saber con suficiente antelación dónde y cuándo me tocará acudir a trabajar cada día, por poder salir una hora antes de trabajar en verano y San Isidro.
¡Ay, perdón! Que no es así…
Como yo, los niños mimados de los teatros (como en más de una ocasión he tenido que oír), casi 100 personas, tenemos los privilegios de no poder disfrutar de las fiestas que marca nuestro calendario laboral, no pudiendo, por ejemplo, disfrutar de la ilusión del día de Reyes junto a nuestros hijos, o no poder el día de Navidad celebrar una comida en familia porque tenemos que llegar prontito al teatro para abrir el telón.
No podemos saber, con una antelación lógica, dónde y cuándo tendremos que trabajar la semana siguiente (nuestro horario puede variar desde las 9 de la mañana hasta la 1 de la madrugada), con el consiguiente perjuicio para conciliar nuestras vidas más allá de las puertas de nuestros teatros.
No podemos, en verano, salir una horita antes de trabajar, como hace el resto de la empresa, pues la realidad de nuestro trabajo hace que eso no sea posible, y por ello nos compensan con cinco días libres. Cinco días libres que, muchas veces, no tenemos tiempo en el resto del año para poder disfrutarlos porque no hay suficiente personal para atender todos los espacios que debemos cubrir.
No somos niños mimados. No pedimos privilegios.
Porque solamente pedimos lo que éticamente nos parece justo: que se respete todo aquello que viene en nuestro Convenio.

Joaco Arjona

Oficial Iluminador-Electricista nivel 14

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