domingo, 21 de febrero de 2016

Estos son mis privilegios (2)

Sentada frente a mi ordenador en la oficina de Señores de Luzón, no puedo evitar pensar en mis privilegios.
¡Qué afortunada soy de poder trabajar en una profesión que adoro y en una empresa pública! En una empresa que garantiza los derechos de los trabajadores, que valora la profesionalidad y la capacidad de todas las personas que trabajamos para ella y que recompensa y promociona a la gente por su formación, trabajo diario y esfuerzo.
Soy muy afortunada por tener un puesto de trabajo que encaja perfectamente a mi perfil, un puesto cuyas responsabilidades se adecúan a la categoría que tengo.
¡Ay, perdón! Que no es así…
Como yo, muchas de las personas que trabajamos en oficina decidimos dedicarnos a una profesión que nos costó años de formación (en mi caso, una diplomatura, una licenciatura y un máster). Formación a la que tuvimos que dedicar, además, mucho tiempo y esfuerzo para adquirir un mínimo de dos años de experiencia. Tenemos una preparación más que demostrada, con muchos años de experiencia y dedicación en esta empresa y, sin embargo, nuestras categorías son muy inferiores a nuestra formación y capacitación y, en muchos casos, requieren altas cargas de trabajo y responsabilidades que nada tienen que ver con lo que deberíamos desempeñar según dichas categorías (en mi caso, administrativo).
Como si esto fuera poco, sufrimos, además, las consecuencias de una fusión mal gestionada. Una fusión en la que se ha integrado a distintas personas en un mismo departamento porque las funciones que realizan son, aparentemente, las mismas, pero que, en realidad, tienen categorías diferentes y salarios muy dispares. Una fusión que ha logrado que muchos de los directivos de esta empresa no asuman responsabilidades ni tomen decisiones porque las distintas direcciones que han gestionado esta empresa a lo largo de los últimos tres años tampoco han marcado unas líneas de acción a seguir. Decisiones y responsabilidades que bajan hacia las personas que estamos en el último escalón y que lo único que queremos es seguir haciendo que nuestro trabajo tenga unos mínimos de calidad.
No podemos seguir asumiendo estas injusticias en nuestro propio puesto de trabajo. No podemos seguir asumiendo todas las injusticias que conlleva la falta de dirección y directrices claras.
Porque solamente pedimos que se nos reconozca todo lo que llevamos haciendo por esta empresa desde el primer momento que entramos en ella.

Estíbaliz Robles

Documentalista - Administrativo

Estos son mis privilegios (1)

Desde  mi cómodo butacón de cuero del patio de butacas del Centro Cultural de la Villa, no puedo evitar pensar en mis privilegios.
¡Qué afortunado soy de poder trabajar en una profesión que adoro! Una profesión que hace años, sentado en la arena de la playa mirando a la bahía de Cádiz, decidí que sería a lo que me gustaría dedicarme y con lo que poder ganar mi sustento.
Y soy afortunado, sí, porque tras años de hacer bolos por media España, tras cargar y descargar camiones, montar trusses, focos y escenografías en cualquier escenario que me pusieran por delante, conseguí que me hicieran un contrato indefinido en Madrid Arte y Cultura.
Soy muy afortunado por dedicarme al mundo del Teatro y por tener unas condiciones de trabajo que muchos quisieran.
Soy un privilegiado por poder tener unos horarios estables, por poder disfrutar de los días de fiesta como todos los compañeros de mi empresa, por saber con suficiente antelación dónde y cuándo me tocará acudir a trabajar cada día, por poder salir una hora antes de trabajar en verano y San Isidro.
¡Ay, perdón! Que no es así…
Como yo, los niños mimados de los teatros (como en más de una ocasión he tenido que oír), casi 100 personas, tenemos los privilegios de no poder disfrutar de las fiestas que marca nuestro calendario laboral, no pudiendo, por ejemplo, disfrutar de la ilusión del día de Reyes junto a nuestros hijos, o no poder el día de Navidad celebrar una comida en familia porque tenemos que llegar prontito al teatro para abrir el telón.
No podemos saber, con una antelación lógica, dónde y cuándo tendremos que trabajar la semana siguiente (nuestro horario puede variar desde las 9 de la mañana hasta la 1 de la madrugada), con el consiguiente perjuicio para conciliar nuestras vidas más allá de las puertas de nuestros teatros.
No podemos, en verano, salir una horita antes de trabajar, como hace el resto de la empresa, pues la realidad de nuestro trabajo hace que eso no sea posible, y por ello nos compensan con cinco días libres. Cinco días libres que, muchas veces, no tenemos tiempo en el resto del año para poder disfrutarlos porque no hay suficiente personal para atender todos los espacios que debemos cubrir.
No somos niños mimados. No pedimos privilegios.
Porque solamente pedimos lo que éticamente nos parece justo: que se respete todo aquello que viene en nuestro Convenio.

Joaco Arjona

Oficial Iluminador-Electricista nivel 14